8- fetichismo de la poesía
Por qué escribir. No me lo pregunten. Las capacidades individuales son algo incomprensible, como cuando te dicén: te perdiste la mitad de tu vida. Siempre es gratificante saber que queda una vida y media por vivir, y que guste a quien le guste y moleste a quien moleste, habrá que sacar a relucir una nueva parte de las capacidades en esta vida y media por delante. En mi caso, la creatividad es un compromiso y la creación una responsabilidad. Pero por qué escribir puntualmente, solo puedo decir tan solo que las palabras las hemos tenido siempre y por ellas vemos. Otra cosa es creer que las palabras han empeorado. El lenguaje no empeora, ni se enriquece ni nada. Si digo “pao culiao”, planteo cosas que ni en español se entienden.
Reconozco que esa afirmación respecto al lenguaje es algo por lo menos complicado. Saltarán algunos de sus asientos como con picazón en el ano, otros se retorcerán con los dedos encrispados. Supongo que a otros una leve sonrisa les aparecerá en sus caras, pero en fin. Lo que estoy diciendo es que largar “pao culiao” es algo hermosamente complicado. Mi madre no puede decir eso. Creo que mi viejo menos. Me he llamado yo mismo el Borges de las puteadas.
Como siempre, me ando cayendo en vericuetos y laterales. No puedo evitarlo para responder una inquietud. Me cuesta encontrar un camino directo hacia un respuesta si es que la hay. Espistemológicamente hablando, ni inductivo ni deductivo, sino mas bien incompetente. Estrategicamente discapacitado, las palabras pasan por mi cabeza como micros por la alameda en la hora punta. Filas interminables de conceptos que se chocan entre si y que forman infinitos tacos, congestionando todas las vías posibles. He cometido grandes errores en mi vida, uno de ellos, escribir poemas que leo ahora y me dan ganas de llorar. Siempre he sido un mal poeta, pero no bastará para detenerme. Ya lo dije, y no es que no me importe escribir mal, pero bueno, sinó escribo, contra quién se enfrentaran los buenos poetas. Ese es el compromiso. El fetichismo también aplica a la poesía. También soy contradictorio. Sin duda. Pero de una cosa estoy seguro y es que me voy convertir en un viejo de mierda. No me queda otra. Tal vez por eso escriba. Tengo en mi interior el gen correcto, el adecuado. No hay errores en eso, más sepan que llegado el momento la decisión de sentirse joven o viejo no es cosa de cada uno.
Me acabo de dar cuenta que escribir es algo parecido a sacarse en cara constantemente los propios errores. Eso confirma mi sospecha del ejercicio autodestructivo. Una cosa media hegeliana pero al peo. Aparte, sigo manteniendo mi actitud de envidia confesada tiempo atrás, hacia quienes escriben por puro placer. Por favor no crean que sufro escribiendo esto, que me sangran los dedos cada vez que tecleo una letra de mi teclado o que el mate sabe cada vez más amargo. Nada de eso. Cuando hablo de envidia hablo de ver que otros escriben y lo hace bien y lo publican y se sienten bien con ellos mismos. Soy muy de este mundo. El tipo promedio dirían por ahí.
Respecto a lo de fetichismo y poesía, sobre eso ya han hablado mucho y grandes poetas. Parrita mismo les corrió mano a los hinchados para sacarlos del púlpito hace como sesenta años. No vale la pena que yo siga con eso. Confieso que lo puse como título a modo meramente de estrategia publicitaria. Digo Parra, el mismo gran Parra que ya todos conocen y del cual no he podido comprarme ningún libro. Solo robármelo. Me jacto de eso y de todos los libros robados a las librerías, que más que librerías parecen tiendas pitucas de vinos caros. Cada vez que entro a una de esas tiendas, me parece estar viendo a tipos y tipas que intentan demostrarle al vendedor y a los otros compradores lo mucho que saben de vinos. Toman el libros y lo huelen, lo miran, lo agitan, le pasan la lengua por la tapa, ponen cara de poto y luego van por el otro. Espero no se me quite esa costumbre tan sana, barata y gratificante del robo hormiga (si hasta el carácter zoologico de este robo me hace pensar en lo conectado que está con mi mundo). El negocio de los libros nuevos en Tchile es un gran negocio. Si ahora la antiposía parreana es antipoesía por los precios que tiene y “Libros del Nicanor” es una muy buena editorial. Historia vieja esa.
Como siempre digo, no se trata de subsidiar acá la marginalidad, esa cosa no necesita favores ni tratados paterfamiliaristas. Solo me gusta pensar en lo viejo que seré y en lo mucho que me van a joder mis nietos. Hijos tendré, supongo que nietos también.
Hay cabros culiaos que no creen que serán viejos culiaos.
3 comentarios:
Genial chicoma de cacahuano!
Bien, pero no todos los cabros culiados llegaran a ser viejos culiaos, algunos quedaran en el camino.
es verdad.
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