27.5.11

CABEZA DE HORMIGA

7- las esquinas donde nace la memoria


Una frase de una canción de la floripondio, me hace recordar las esquinas donde nació mi memoria. Las mismas que nunca le gustaron a mi madre y las mismas que guardan los mejores rayados de la patria. Una amiga me contó que por allá por Quilpué hay un rayado que decía: “a pinocho lo sacamos los cabros del barrio”. Otro notable rayado diarreico lo encontré hace mucho años, en la esquina de mi casa, cuando la comunidad católica puso una iglesia en nuestra antigua cancha de futbol. Decía: “querímos cancha, no más iglesia”. Notable. Eso es memoria, eso es lo que ni una teoría puede connotar. No tengo nada contra la teoría o las teorías, de hecho me gustan, pero mejor recordar que sólo son una forma de imaginar las cosas o la sociedad. Tampoco es para ponerse en cuatro y que te revienten por dentro. Cosas como las frases de arriba solo son imaginadas por cualquier teoría. La memoria es un hecho. Nuestra vida es un hecho y las posibles explicaciones son sólo eso.


Es cierto que las paredes son las pizarras del pueblo, como también es cierto y muy tristemente cierto, que las pizarras son los muros del pueblo. Que duda cabe al respecto. Las pizarras tiene todo lo que las paredes no tienen. Tienen la total y absoluta falta de memoria, de sentido y de hermandad. Las pizarras, esas totales dictadoras de nuestro mundo, son la muerte de las alegrías, son los grandes muros de la infancia, por lo tanto de la vida. Las paredes en cambio guardan para
nosotr@s la potencia de un acto hecho a nuestra medida. Por el simple hecho de que están ahí para que las tomemos. Rayarlas es un deber de todo mal ciudadano. Podríamos discutir el sentido de la palabra ciudadano, pero eso lo dejamos para después. Sólo puedo decir, que para mí, esa bendita palabra, acoge en su seno un inmenso tratado de pechoñería y marginación.


Pico y zorra se ama, es poesía. Trae a mi cabeza años de crianza mojigata y un deslenguado orden. Porque el orden no está en juego, lo que importa es qué tipo de orden y cómo entendemos nuestra posibilidad de hacerlo sin mediadores hediondos a caca. Como decía, pico y zorra se aman, es la más noble expresión de libertad. Porque el pico y la zorra realmente se aman y no se puede decir de otra forma. El pene y la vagina no se aman, esos se miran, se buscan pero no se aman, porque se sienten algo incómodos con ese pesado ropaje de gala. Si, entiendo que existen más posibilidades, pero convengamos que decir pico y zorra se aman, no excluye que zorra y zorra se amen o que pico y pico se amen. Quien tenga que escribirlo que lo haga. Ahí tiene miles de paredes que siempre, por acción de nuestra misma necesidad de memoria, son pintadas de blanco para que alguien las vuelva a rayar. Zorras y picos del mundo ámense como quieran y lo que es mejor, escríbanlo donde quieran.


Las esquinas donde nace la memoria es la pura y santa afirmación de mi vida no tan santa. Cada uno que haga lo que quiera con lo que digo, no es que no me importe, pero en esto también tengo mi corazón y no estamos para cosas raras. Los corazones de todos los piojos y piojas de mi vida se han formado mirando esas esquinas. Me identifico con ellas. La vida me ha llevado por muchas esquinas y por otras que no son tan esquinas, pero siempre reconozco en ellas un grado de propiedad. Todas las esquinas del mundo son para lo mismo. En la máquina, solo queda pararse en una de ellas y sentirse cómodo, porque ahí es donde nos hacemos por muchas razones. Se puede decir que ahí es donde nos quieren, pero bueno, desde ahí también es donde nos encontramos entonces. Este no es ningún tratado de marginalidad de nada. El que nunca estuvo horas en una esquina, igual las vió, las tocó y jamás se pudo abstraer. Querímos cancha, no más iglesias, es todo lo que hay que decir al respecto. Es todo lo que estoy tratando de que sientan, pero que no voy a poder hacer completamente, porque no soy ese rayado. En aquel rayado está la historia de millones y la otra historia de unos pocos.





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