21.2.10

VICTOR JARRA

CABEZA DE HORMIGA


2- matar al presidente



Si es necesario matar al presidente.


El sentido del humor es algo extraño y algo perverso en personas como yo, y muy simple y obvio en personas como los presidentes. La cosa es que para ser un presidente solo se debe poseer algunas poquísimas características, muy obvias por lo demás, y el sentido del humor de un ladrillo. Si debemos o no matarlo, eso ya no parece un chiste, pero confío en el bruno sentido del humor de los que leerán esto. Un buen chiste sería que un día interrumpieran mi teleserie mexicana de la tarde, para transmitir en vivo y en directo los últimos sucesos en la moneda: EXTRA; EXTRA, hace algunos instantes un desconocido hizo ingreso en el palacio de gobierno y mató al presidente. ¿O no?


¿Pero como es la cosa? Que tengo que ver yo y mi columna con el presidente. En esta humilde pero grandiosa columna no se quiere por nada del mundo caer en bajezas tales como proponer un estado, u otro. En la medida que voy escribiendo esto, surge la certeza que dentro de mí existe la mayor y más terrible contradicción posible para quien posa sus piececitos de niño sobre suelo alguno. Realmente no me imagino bajo algún estado. Me explico. No sea cosa que después vayan diciendo por ahí que el caos se apoderó de mí. Expiación so pena de indiferencia: señoras y señores, si quieren o no “sentir” el humor, eso ya es cosa suya. No digan que no se los advertí, no deseo, ni los induzco a un estado. Lo de matar o no al presidente es un ejemplo y si quieren seguir leyendo mis cosas es bajo libertad de elección. Como les mencioné la vez pasada, solo pretendo hablar de lo que se va escribiendo, y hablar de presidentes y esas cosas ya me dejó medio mareado, sobre todo con eso de los estados. Ya se me enredó el tema y me está costando desatar el nudo, tal vez en otra ocasión les hable de mi total sentido de contradicción, por ahora solo puedo concentrarme en lo extraño que resulta escribirles, o más ampliado todavía, escribir sobre lo que sería un buen chiste. Como una pista les cuento que todavía no tengo una idea clara clara sobre que debo seguir poniendo en este “papel”. Si se debe o no sentir el humor, aceptaremos acá por lo menos, que seguramente no se puede hacer reír a un profesor con un eructo en su clase. Como cuando aquella ves que tuve que presentarme ante un juez de policía local por estar bebiendo felizmente con unos amigos en una bella plaza de la patria. Esa ves, yo muy amablemente, al entrar a la sala del juez en cuestión, le referí un cordial “hola” por saludo, frente a lo que este opaco personaje se indigno y me hizo repetir el saludo un par de veces hasta llegar al “buenos días señor juez” –imagínense-.

-Yo: hola

-Juez: ¿cómo hola?

-Yo: ¿….?

-Juez: se dice buenos días (con el tono de un buque de guerra)

-Yo: buenos días

-Juez: ¿buenos días que? (cara de escroto)

-Yo: buenos días señor

-Juez: señor juez (vuelve el buque de guerra)

-Yo: ¿……. buenos días señor juez?


Esta es otras de las ventajas de escribir mi evangelio. Si Jesús contaba parábolas a sus discípulos, yo puedo ocupar mis palabras para destruir a quien estime necesario y los mal humorados son siempre un blanco fácil. Los mundos posibles son también producto de quienes los inventan, y para eso hace falta solo la intención de escribirles esto y un poco de paciencia apresurada por los hechos, que vendría siendo la gota que rebalsa el vaso. Los jueces también se ríen como ladrillo, que duda cabe, si los presidentes y los jueces son la muerte de todas las alegrías. Una ves de niño, estando yo en un terrorífico colegio Salesianos, fui elegido para darle una bienvenida al, en ese entonces, presidente de Tchile. No viene al caso puntualizar el nombre, el asunto es que cuando aquél siniestro presidente me dio la mano, no pude evitar pensar en lo que sería hacerle un “oso”. Hubiera sido sin duda mi sentencia de muerte, cosa que por lo demás llegó inexorablemente, pero en aquel momento no pude hacerlo por la deshonra que hubiera causado al colegio, al curso, a la familia y quizás a la región entera. Me imaginaba en los principales titulares del país yo y mi “oso” al presidente, como un hecho reprochable y fatídico. Imaginaba mi excomunión de la vida pública, la apatía de mis parientes. De haberlo hecho, y me arrepiento del no, hubiese quedado en lo alto del humor nacional, pero el presidente no habría reído. Una sola pregunta me queda de todo este monólogo indiscreto: ¿a alguno de ustedes se le ocurre una manera divertida de matar al presidente?




Chicoma

15.2.10

CABEZA DE HORMIGA

1- mente criminal



Ayer me encontraba revisando, no se porque, unos blog de personas que se dedican a escribir alguna cosa, a modo de columna, crónica, o algo así, y decidí que yo también quería hacer algo parecido. La verdad es que no puedo aclarar el motivo, aunque sospecho que tiene que ver primero que todo – y obviamente- por algún aspecto autodestructivo de mi persona, y segundo, pero en realidad primero que lo primero, por pura y completa envidia. Si alguna persona escribe todas las tonteras que se le ocurren, y las pública en alguna parte, es seguro que yo pueda escribir mis tonteras también, que por lo demás, son mejores tonteras. Tengo una noción de mi mismo extremadamente piadosa. Soy como un fundamentalista de mi mismo, aunque según mi signo del zodiaco, esto no es más que un caparazón para cubrir mi interioridad frágil, sensible, y esas cosas. Aun así me considero el mejor columnista de opinión que aun no escribe ni una sola columna. Esto que estoy haciendo no es más que la confirmación de mi idea y mostrarles las malas características de mi signo zodiacal es la verdadera prueba que demuestra mi total capacidad: “…tiene una notable tendencia al mal humor. Son calculadores aunque desordenados y sobre todo, auto compasivos. Cambia de estado de ánimo y es demasiado susceptible. Le cuesta dejar una situación. No le gustan para nada ni el fracaso, ni los consejos, ni las situaciones conflictivas. No acepta demasiado bien a las personas que le lleven la contraria y no soporta que le digan qué tiene que hacer.” No les digo que signo es porque espero de mis “lectores ideales” que sean capaces de captar por las características dadas de que estoy hablando. No deseo lectores posibles, solo deseo lectores ideales. Es lo mismo que decirles que todo lo que tienen que hacer para ser grandes lectores, es abrir Google y escribir “características de los signos del zodiaco”. Listo. Puedo ser, aparte de un columnista muy seguro, uno muy intuitivo, no digamos que paternal, pero si uno complaciente. Dudo que deseen quedar ante sí como unos incapaces. Solo deben descubrir el signo y podrán llegar a ser lo que deberían ser.


Otra cosa que sin duda debiera contarles para que logren entender la importancia de lo que están leyendo, es que esto de entregar mis secretos y confiarlo a no se que persona, me destruye pues. Esto es como un evangelio, el evangelio de mi mismo escrito por mi mismo. Ya les mencione que además poseo muchísimas personalidades, y todas ellas devotas de mí. Si bien es cierto todas ellas propensas a destruir el “envase” que las contiene. O que creían. Si decidirse a escribir una columna – y no sabemos tampoco si seguirá escribiéndose, ni por cuanto tiempo ha de hacerse, ni menos aún sobre que se tratará-, corresponde notablemente a una incapacidad de mantener las cosas ahí, justo donde estaban. Sospecho si, que solo hablaré de lo que se va escribiendo, con eso debiera bastar para controlar a un grupo estable de lectores. No esperen ni cine, ni libros, ni no se que mas. Apelo al morbo colectivo de individuos sedientos de tonteras, y no a esas completas, saciadas y rellenas mentes que frente a una tontera más, se desbordan y se parecen a una tapa de alcantarilla reventada. Esto es sin duda una tontera. ¿Para qué destruirme, siendo yo fiel a mi mismo? Me sorprende mi capacidad de seguir dando vueltas en un mismo tema, como si fuera este el verdadero sentido de la escritura. Bueno, y quien dice que no lo sea, si mas que mal el que escribe soy yo.


Una sola anécdota, como para que después no pelen, diciendo que leyeron por ahí a un tipo insoportable y displicente: en la misma pieza donde estoy escribiendo esto, hay un amigo mío durmiendo hace ya unas horas. El problema es que este amigo tiene la terrible costumbre de hacer sonar los dientes mientras duerme, como friccionándolos entre ellos, provocando un sonido de mierda, y lleva ya una semana alojándose en mi casa. Yo llegué a pensar que lo hace a propósito, solo con el fin de ser solo él quien pueda dormir. Así mientras duerme se encarga de mantener despiertos y nerviosos a todo aquel que duerma cerca de el. Tal vez sea por ego. Puede que le excite la idea de que lo vean dormir. Está bien, lo hace dormido, pero el sonido que provoca solo puede ser concebido por una mente criminal completamente lúcida. ¿Han escuchado a alguien haciendo sonar sus dientes mientras duerme? Es muy, pero muy desesperante. Pero es mi amigo y ¿cuantas almas tienen la oportunidad de conocer en persona a uno de estos?



Chicoma