(revisando antiguos escritos encontré este de hace unos cuantos años. Lo pongo acá porque todavía me siento identificado en el)
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En el
arte, como en la guerra, se debe ser claro. Para decirlo de una forma
simple y concisa, el pensar un final para nuestras acciones implica,
por consecuencia natural, proyectar un camino definido. Claro está
que siempre habrá ocasiones donde nuestros pasos deban posarse sobre
terreno desconocido y enfrentarse a posibles incomodidades. El asunto
radica en cómo enfrentamos todo lo posible desde nuestras
limitaciones o desde nuestras decisiones. La creación es también
apego.
En el
arte, como en la guerra, el lugar del ser humano se define por sus
propias formas. La forma, en cualquiera de los casos donde se le
encuentre, tiene la gran misión de trasmitir el por qué y los para
que. Conocemos, vemos, re-conocemos, nos apropiamos fundamentalmente
de la forma. El ser humano lo definimos por sus maneras, por sus
formas. Un enemigo desdeña nuestras formas, porque están cargadas,
ya no solo de resistencia, sino de un algo distinto. Es aquí cuando
preguntamos, cuando el camino comienza, y la búsqueda se hace
imperiosa, porque se hace imperioso dejar solo de recibir los
golpes. Al fin y al cabo el cuerpo es el cuerpo y la carne es solo
carne. Es aquí que debemos, en el arte como en la guerra, encontrar
nuestra forma, es cuando nuestras maneras requieren un abrazo y
defensa. La búsqueda debe ser de verdad. Honesta. Una sola pregunta.
¿Si toda la vida solo buscamos y buscamos, o mejor dicho, toda la
vida caminamos y caminamos, habrá algo que podamos defender? Parece
que para golpear las caras infestas se requiere juntar fuerza y tener
un punto de apoyo. La física tradicional podría decir algo sobre el
asunto. Lo que a nosotros respecta, una vez
alguien puso en un libro algo así como “la
tradición del cambio”. Imagínense.
Por lo menos nos hace pensar en la verdadera implicancia
de un verdadero cambio. ¿Acaso no sería bueno quedarse quieto? Y no
decimos que no se deba buscar más, como ya dijimos, el asunto radica
en como enfrentamos todo lo posible desde nuestras limitaciones o
desde nuestras decisiones. Pero lo mas seguro es que ellos no quieran
que defendamos algo. Somos un lugar común y corriente. Es hacerles
daño, desde nuestra forma y lo mejor de todo desde nuestro lugar,
que jamás nadie nos ha regalado. He ahí la importancia de la
búsqueda, he ahí también la importancia de la defensa, y he ahí
la potencia de nuestros ataques. De ser dueños de algo, solo nos
queda la propiedad certera de nuestras decisiones, de nuestras
formas.
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